
El sector vitivinícola chileno durante el año pasado experimentó un panorama de contrastes significativos. La producción nacional registró una marcada contracción, situándose como una de las más bajas de los últimos años, principalmente debido a condiciones climáticas adversas que afectaron los rendimientos en diversas regiones productoras. Esta disminución en el volumen de uva vinificada plantea interrogantes sobre la capacidad de suministro a mediano plazo si las tendencias climáticas persisten.
No obstante la caída productiva, el desempeño exportador, particularmente en elsegmento de vino embotellado, demostró una notable resiliencia e incluso crecimiento. Las exportaciones totales de vino chileno aumentaron tanto en volumen como en valor durante 2024, impulsadas por una fuerte demanda en mercados clave como Brasil, que se consolidó como el principal destino para el vino embotellado chileno, y una recuperación en otros mercados relevantes como Estados Unidos y Reino Unido. Este dinamismo exportador sugiere una efectiva gestión de inventarios acumulados de cosechas anteriores para satisfacer la demanda internacional. Sin embargo, se observó una presión sobre los precios promedio en algunas categorías y mercados, indicando un entorno global competitivo.
El mercado interno chileno, por su parte, mantuvo una considerable importancia económica, con un valor estimado significativo en 2024. Las tendencias de consumo apuntan a un consumidor interesado en aprender más sobre el vino y que lo asocia a diversas ocasiones, aunque la frecuencia de consumo aún presenta oportunidades de crecimiento. La premiumización y la sostenibilidad emergen como tendencias transversales, incluyendo tanto en las decisiones de producción como en las preferencias de los consumidores, tanto a nivel local como internacional. Las bodegas chilenas continúan invirtiendo en certificaciones de sostenibilidad y en el desarrollo de vinos de mayor valor agregado.
Los desafíos para el sector radican principalmente en la adaptación al cambio climático, la gestión de la volatilidad productiva y la navegación en un mercado global con presiones económicas e inflacionarias. La contracción de mercados tradicionalmente importantes como China también requiere una continua diversificación de destinos.
Las perspectivas futuras, aunque cautelosas debido a los factores mencionados, se apoyan en la sólida reputación de calidad del vino chileno, el potencial de crecimiento en mercados emergentes y el dinamismo del mercado doméstico. La capacidad de innovación, la adaptación estratégica y el fortalecimiento de la imagen de Chile como productor de vinos premium y sostenibles serán cruciales para el éxito continuado del sector. Este informe profundiza en cada uno de estos aspectos, proporcionando un análisis detallado para los profesionales de la industria vitivinícola.
La producción total de vino en Chile durante el año 2024 experimentó una contracción significativa. Según los datos oficiales del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), la vinificación alcanzó los 930,653,773 litros, equivalentes a aproximadamente 9.31 millones de hectolitros. Esta cifra representa una disminución del 15.6% en comparación con la producción de 2023, que se situó en 1,103,031,478 litros (11.03 millones de hectolitros). Datos preliminares de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) para 2024 corroboran esta tendencia, estimando una producción para Chile de 9.9 millones de hectolitros, lo que igualmente refleja una caída del 15.6% respecto a 2023.
Esta drástica reducción en el volumen de producción es un punto crítico para la industria, con implicaciones directas en la disponibilidad de vino para el mercado de exportación y el consumo interno. La magnitud de esta caída, superior al 15%, no puede atribuirse únicamente a variaciones anuales comunes, sino que sugiere la influencia de factores más profundos y extendidos, como los eventos climáticos adversos que afectaron diversas zonas productoras del país. Informes globales de la OIV ya señalaban una baja producción mundial de vino en 2024 debido al cambio climático, un contexto en el que Chile no ha sido la excepción.
A pesar de la merma cuantitativa, diversos reportes sectoriales han indicado que la calidad de la vendimia 2024, en términos generales y para ciertas variedades específicas, fue alta. Esta percepción de calidad podría tener un efecto mitigador en el impacto económico de la baja producción, especialmente si se traduce en mejores precios para los vinos de esta añada, particularmente en los segmentos premium.
La marcada disminución del 15.6% en el volumen de producción en 2024 constituye una seria advertencia para el sector. Esta caída no solo representa una pérdida coyuntural, sino que podría ser un indicio de una creciente vulnerabilidad a factores climáticos y a la disponibilidad de recursos hídricos. Si este tipo de mermas se convierten en un patrón recurrente, la industria vitivinícola chilena podría enfrentarse a la necesidad de una reestructuración, ya sea orientándose hacia un modelo de menor volumen pero mayor valor, o luchando por mantener su cuota en segmentos de mercado que demandan grandes volúmenes, con el riesgo de perder competitividad.
Adicionalmente, esta situación tiene consecuencias socioeconómicas directas para los viticultores y las economías regionales que dependen fuertemente de esta actividad.
Por otro lado, la constatación de una alta calidad en la vendimia 2024, a pesar de los menores rendimientos, abre una ventana de oportunidad. Los menores rendimientos por hectárea a menudo conllevan una mayor concentración de compuestos en la uva, lo que puede traducirse en vinos de mayor calidad. Este escenario permite a las bodegas reforzar su posicionamiento en el segmento premium, construyendo una narrativa de «menos cantidad, pero mayor calidad», que se alinea con las tendencias globales de premiumización. Sin embargo, el desafío reside en comunicar este valor al mercado y asegurar que la calidad superior sea reconocida y recompensada con precios que compensen la menor disponibilidad de producto. Esta tarea puede ser especialmente ardua para los productores más pequeños, que cuentan con menores recursos para estrategias de marketing y posicionamiento.
El comercio exterior es un pilar fundamental para la industria vitivinícola chilena, y durante 2024 mostró un panorama positivo para las exportaciones totales de vino chileno, a pesar de la disminución en la producción nacional. Según datos preliminares de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), las exportaciones totales de Chile en 2024 alcanzaron los 7.8 millones de hectolitros (equivalentes a 780 millones de litros), lo que representa un robusto incremento del 14.4% en volumen en comparación con 2023. En términos de valor, estas exportaciones se estimaron en 1.6 mil millones de euros (aproximadamente 1.73 mil millones de dólares, utilizando una tasa de cambio promedio EUR/USD de 1.08 para 2024), lo que significa un aumento del 6.1% respecto al año anterior. El precio medio de exportación total, según estas cifras, se situaría en torno a los 2.05 euros por litro (aproximadamente 2.21 dólares por litro).
Datos de The Observatory of Economic Complexity (OEC) para el período acumulado de mayo de 2024 a abril de 2025 (que no corresponde exactamente al año calendario, pero sirve como referencia) indican exportaciones por un valor de 1.6 mil millones de dólares, cifra que se alinea razonablemente con la estimación de la OIV.
Para el año 2023, la OIV, por inferencia de sus datos comparativos, sitúa el volumen de exportación en 6.82 millones de hectolitros (682 millones de litros) y el valor en 1.508 mil millones de euros. La cifra de volumen para 2023 es consistente con reportes de otras fuentes que indican 682 millones de litros exportados. OEC también reportó exportaciones por 1.6 mil millones de dólares para el año calendario 2023.
El notable aumento en el volumen de exportación (+14.4% según OIV) frente a una disminución del 15.6% en el volumen de producción sugiere de manera contundente que Chile recurrió a sus inventarios de vino de cosechas anteriores para satisfacer la demanda de los mercados internacionales en 2024. La producción en 2024 fue de 9.3 millones de hectolitros, mientras que las exportaciones alcanzaron los 7.8 millones de hectolitros. Si se asume que el consumo interno se mantuvo estable o creció, la única forma de explicar este desfase es mediante la utilización de stocks.
Si bien esta estrategia permitió cumplir con los compromisos de exportación y capitalizar la demanda, no es sostenible a largo plazo si la producción no logra recuperarse en las próximas vendimias. Esta situación subraya la urgencia de abordar los desafíos productivos para no comprometer la posición de Chile en el mercado global.
La divergencia entre un fuerte crecimiento en volumen (+14.4%) y un crecimiento más moderado en valor (+6.1%) para las exportaciones totales, junto con una disminución reportada en el precio promedio del vino embotellado (-3.2% según ANDA), indica que, si bien se comercializó un mayor volumen de vino, una parte de este podría haberse vendido a precios más competitivos. Esto podría deberse a un cambio en la mezcla de productos exportados (mayor proporción de vino a granel, que tiene un precio inferior) o a una estrategia de precios ajustada para mantener la cuota de mercado en un entorno global caracterizado por la cautela del consumidor y la presión inflacionaria.
El análisis de los mercados de destino revela dinámicas cruciales para la estrategia exportadora de Chile. Durante 2024, Brasil consolidó su liderazgo como el principal destino para el vino embotellado chileno, experimentando un crecimiento cercano al 30% tanto en volumen como en valor en comparación con 2023. Datos de OEC también confirman a Brasil como un mercado prioritario y de rápido crecimiento.
China, que en 2023 fue el principal destino en valor para el total de las exportaciones de vino chileno (USD 208 millones según OEC), mantuvo en 2024 su posición como segundo mercado en valor para el vino embotellado, pero cayó al quinto lugar en términos de volumen. Se registró una baja anual del 11.5% en el volumen de vino embotellado enviado a China. Esta contracción en el mercado chino es un desafío persistente para la industria chilena.
Otros mercados como Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Canadá, Holanda e Irlanda mostraron una recuperación o resultados positivos en 2024 para el vino embotellado chileno. OEC, en su análisis mensual de abril de 2025, también identificó a Reino Unido, Estados Unidos, China y Japón entre los principales destinos.
En cuanto a los precios medios por mercado para el vino embotellado, se observó que Brasil, Reino Unido y Japón mantuvieron niveles similares a los de 2023. Sin embargo, mercados como China, Estados Unidos, México, Irlanda y Corea del Sur experimentaron bajas en los precios promedio durante 2024.
El impresionante crecimiento en Brasil, con aumentos cercanos al 30% en volumen y valor para el vino embotellado, lo posiciona como un mercado estratégico de vital importancia para Chile. Este dinamismo podría estar compensando parcialmente la desaceleración observada en China. No obstante, la sensibilidad al precio evidenciada en otros mercados principales, como Estados Unidos y la propia China, donde los precios promedio han disminuido, subraya un entorno global complejo. En este contexto, mantener el valor se vuelve tan crucial como incrementar el volumen. Estos datos refuerzan la necesidad de que Chile continúe construyendo el valor de su marca país y diferenciando su oferta más allá del precio en mercados altamente competitivos. La promoción de las Denominaciones de Origen y las credenciales de sostenibilidad son herramientas clave en esta tarea.
Según un informe de Expert Market Research, el valor del mercado del vino en Chile alcanzó aproximadamente los 3.80 mil millones de dólares en 2024. Esta cifra subraya la considerable magnitud económica del consumo doméstico. No obstante, existe una brecha notable en la disponibilidad de datos oficiales recientes y consistentes sobre el volumen total de vino consumido en el mercado chileno para los años 2023 y 2024.
El informe «Wine in Chile» de Euromonitor International se menciona como una fuente potencial de datos históricos y proyectados de volumen y valor, pero las cifras concretas no están presentes en los extractos disponibles; dicho informe sí señala que se espera una recuperación de las ventas en volumen en el canal on-trade (comercio minorista) antes del final del período de pronóstico.
El consumo per cápita es un indicador clave de la penetración del vino en la sociedad y de la intensidad de su consumo. El dato más reciente disponible indica que en 2021, el consumo per cápita de vino en Chile fue de 10.6 litros. Esta cifra representó un incremento del 8.58% en comparación con el año 2020.
Para los años 2023 y 2024, no es posible calcular el consumo per cápita de manera precisa debido a la falta de datos sobre el volumen total de consumo interno para dichos años. La población proyectada para Chile en 2024 por el INE es de 20,086,377 habitantes.
Es relevante considerar el contexto global: el consumo mundial de vino se estimó en 214.2 millones de hectolitros en 2024, lo que representa una disminución del 3.3% respecto a 2023 y el nivel más bajo desde 1961. Esta tendencia global podría tener alguna influencia en los patrones de consumo en Chile.
Si el consumo per cápita en Chile durante 2024 se mantuvo alrededor de los 10.6litros (nivel de 2021) o incluso experimentó un crecimiento modesto, esto contrastaría con la tendencia global de disminución del consumo per cápita observada en muchos mercados maduros. Tal comportamiento podría atribuirse a factores culturales únicos en Chile o a estrategias de marketing interno exitosas. Por el contrario, si el consumo per cápita chileno hubiese disminuido, se alinearía con las presiones económicas globales y las restricciones en el gasto de los consumidores. El crecimiento en el valor del mercado interno reportado para 2024 podría deberse a un aumento de precios, a un mayor volumen consumido, o a una combinación de ambos. Si el volumen se estancó o disminuyó mientras el valor aumentó, esto apuntaría a un efecto inflacionario o a una tendencia hacia el consumo de vinos de mayor precio (premiumización). Comprender esta dinámica es crucial para las estrategias de venta en el mercado doméstico.
El análisis del mercado del vino en Chile durante 2024 revela un sector en una encrucijada, marcado por una producción interna disminuida debido a factores climáticos, pero con un notable dinamismo exportador y un mercado interno de considerable valor. Para los actores de la industria –empresarios, bodegueros, enólogos, distribuidores, importadores y exportadores– se desprenden varias consideraciones estratégicas:
1. Gestión de la Volatilidad Productiva y Adaptación Climática: La drástica caída en la producción de 2024 es un llamado de atención sobre la creciente vulnerabilidad al cambio climático. Es imperativo invertir en estrategias de adaptación que incluyan la optimización del uso del agua, la selección de porta injertos y variedades más resistentes a la sequía y a las olas de calor, la
implementación de tecnologías de protección contra heladas y la diversificación geográfica de los viñedos donde sea posible. La gestión de inventarios se vuelve crucial para amortiguar las fluctuaciones anuales de producción y asegurar la continuidad del suministro a mercados clave.
2. Optimización del Portafolio de Exportación: El crecimiento en mercados como Brasil es una señal positiva que debe ser cultivada y replicada en otros destinos con potencial. Sin embargo, la contracción en China y la presión sobre los precios en algunos mercados desarrollados exigen una estrategia de diversificación y un cuidadoso equilibrio entre volumen y valor. La promoción de vinos de mayor valor agregado, con un fuerte respaldo en la calidad, las Denominaciones de Origen y las historias de marca, puede ayudar a defender los precios y mejorar la rentabilidad.
3. Fortalecimiento de la Penetración en el Mercado Interno: El mercado chileno, con un valor significativo y un consumidor interesado, ofrece oportunidades de crecimiento, especialmente en la frecuencia de consumo. Estrategias orientadas a desmitificar el vino, educar sobre maridajes cotidianos, ofrecer formatos innovadores y conectar con los segmentos más jóvenes (posiblemente a través de vinos más ligeros, RTDs o promoción de cócteles) pueden dinamizar la demanda interna.
4. Profundización de la Premiumización y la Sostenibilidad: Estas no son meras tendencias, sino pilares competitivos. Continuar invirtiendo en la calidad, desde el viñedo hasta la botella, es fundamental. La sostenibilidad, respaldada por certificaciones creíbles, no solo responde a una demanda del consumidor global, sino que también puede traducirse en eficiencias operativas y en una mejor gestión de los riesgos ambientales. Comunicar activamente estos atributos es esencial para construir valor de marca.
5. Innovación y Eficiencia: En un entorno de costos crecientes y competencia global, la innovación en procesos productivos, desarrollo de productos y estrategias de comercialización es clave. La búsqueda de eficiencias en toda la cadena de valor, desde la viticultura hasta la logística, permitirá a las bodegas chilenas mantener su competitividad.
6. Colaboración Sectorial y Visión a Largo Plazo: Los desafíos climáticos y de mercado requieren, en muchos casos, respuestas coordinadas que trascienden a las empresas individuales. La colaboración en investigación y desarrollo, la promoción conjunta de la imagen del vino chileno y la articulación de políticas públicas que apoyen la adaptación y la competitividad del sector son fundamentales para asegurar un futuro próspero para la vitivinicultura chilena.
El año 2024 ha sido un recordatorio de la complejidad del negocio vitivinícola. Sin embargo, la resiliencia demostrada en el frente exportador y el potencial aún latente en el mercado interno, sumados a la reconocida calidad del vino chileno, ofrecen una base sólida para que la industria navegue los desafíos y capitalice las oportunidades en los años venideros.
(vinetur.com)