El gran avance y crecimiento de la industria del vino en China

En el 2020, China fue el sexto productor de vino a nivel mundial. Tras unos años de auge, el país asiático empezó a codearse con nombres como Italia, Francia o España. Desde entonces, por motivos sociales y económicos, empezó un declive que aún no ha tocado fondo, pero el país tiene un área cuatro veces más grande que París en la que produce vino. Y no un vino cualquiera.

Ningxia. China tiene un área estable de 753.000 hectáreas. No está tan lejos de las más de 900.000 hectáreas de España, el mayor viñedo del mundo por tamaño. Dentro de esa superficie destaca la de Ningxia. La región cuenta con más de 40.000 hectáreas de viñedos, aproximadamente cuatro veces el tamaño de París, y se trata de una zona considerada “dorada” para el cultivo de la uva. Y una de sus ciudades, Yinchuan, es el músculo de la región.

Su suelo es rocoso, aluvial, rico en silicio y calcio. Es ideal para el cultivo de la uva gracias, también, a las 3.000 horas anuales de Sol. Pero no sólo destaca por sus características naturales: también por cómo quienes tienen viñedos y bodegas en la región han optimizado todo lo posible el arte de la viticultura.

Seamos más o menos entendidos en vinos, ‘Burdeos’ es un nombre que es fácil que nos suene. Hay muchas categorías y marcas, pero este vino medieval tiene detrás un prestigio con el que muchos otros, sueñan. Ese detalle fascinó a los productores chinos de la región de Ningxia que, a finales de los años 90, viajaron a la misma burdeos con un objetivo entre ceja y ceja: empaparse todo lo posible de los viticultores locales.

Allí aprendieron sobre la importancia de cultivar una docena de racimos de uvas de alta calidad por vid en lugar de muchos más que sí, te darán más producción, pero menos sabor y homogeneidad. Las empresas de Ningxia aplicaron lo aprendido en Francia, cultivando las mismas variedades de uva que en Burdeos, estudiando enología en la Universidad de Burdeos, aplicando sus métodos y hasta envejeciendo el vino en barricas de roble francés. También algún francés se mudó a China, fundando por el proceso una de las bodegas más importantes del país: Dynasty Winery

Algo muy especial que tiene la región es el clima. Ningxia está cerca del desierto de Gobi, y una particularidad es que, si durante parte del año las condiciones para la uva son de capricho, durante el invierno es todo lo contrario. Las temperaturas descienden por debajo de los -20º, lo que ha obligado a los productores a tomar medidas creativas para que las plantas no mueran cada año.

Por ejemplo, las plantan en ángulos de entre 35º y 45º que permiten que, cuando termina la cosecha y la poda, los viticultores puedan inclinar un poco las plantas para, después, enterrarlas bajo montículos de tierra. De este modo, la planta queda a salvo, pero se trata de un método costoso y laborioso que no es demasiado óptimo. Es por ello que se están investigando variedades que sean más resistentes al frío y que no requieran ese enterramiento invernal.

Ahora bien, la industria tiene varias patas y no puede sustentarse por la ‘Burdeos china’. Alguien tiene que comprar ese vino, y ahí es cuando las cosas se ponen complicadas. El vino se consume en China desde hace 4.000 años, pero durante las últimas dinastías, el precio era tan elevado que sólo las clases más altas y adineradas podían permitírselo.

El resto del pueblo tenía otras bebidas alcohólicas -como la cerveza o el Baijiu- a su disposición, pero estas últimas décadas las cosas parecía que iban a cambiar. Desde el 2000, la producción china explotó, llegando a un pico en 2012 y, poco a poco, bajando a cotas similares a las de mediados de los 2000. Se estima que, si el consumo per cápita en 2012 era de 1,2 litros, en 2022 se quedaba en 0,38 litros. Por comparar, en España se estima un consumo de 21 litros per cápita al año, 37 en Italia y 46 en Francia.

Paradójicamente, lo que ha aumentado es el precio por litro: alrededor del 15%. Y esto indica que el consumidor chino que sigue bebiendo vino quiere un vino más premium

Estos últimos 20 años, el Gobierno ha lanzado diferentes programas para el desarrollo de la industria vinícola. Éstos incluyen apoyo financiero mejorando el acceso a créditos, así como ayudas para actualizarse tecnológicamente y ser más sostenibles energéticamente. Y, aunque regiones como Ningxia tienen entre unas 80 bodegas y más de 200 empresas alrededor del mundo del vino, siguen dependiendo de los subsidios gubernamentales para desarrollarse.

No deja de ser un sector importante que generó un estimado de 30.700 millones de dólares en 2024 y se espera que crezca hasta los 53.200 millones de dólares para 2030. La exportación está ahí, y es más fácil que antes probar un vino chino en occidente, pero aquí el nombre y el origen sigue pesando mucho y uno italiano, francés o español tiene las de ganar de cara al consumidor.

Es una cuestión de tiempo que eso ocurra, y además los productores tienen claro que puede llevar “siglos” dar con la pieza acertada. Quizá para entonces el mercado nacional aprecie más el vino y, sobre todo, las viñas de Ningxia resistan mejor el frío y el precio por botella pueda ajustarse al no requerir el costoso proceso del enterramiento invernal.
(xataka.com)