Al final, ¿el vino es bueno o malo para la salud?

El consumo de vino plantea cuestiones contradictorias, ya que por un lado se conocen sus riesgos y peligros cuando se lo bebe en exceso y, por otro, sus beneficios si es consumido con moderación.

El debate sobre beneficios y riesgos del consumo quedó expuesto a partir de la década del 70 y más aun en 1992 cuando los científicos S. Renaud y M. Lorgeril (Universidad de Burdeos) demostraron que los franceses –a pesar de consumir muchas grasas saturadas en quesos, mantequilla, foie gras, croissant (108 gramos por día de grasa animal)– tenían un nivel bajo de muertes por enfermedades cardíacas y coronarias, en comparación con los habitantes de Finlandia, Gran Bretaña, Estados Unidos y otros cuatro países.

Lo llamaron la “paradoja francesa” y lo atribuyeron a que, a la par, consumían una importante cantidad de vino tinto (47,7 litros/per cápita/ año), siendo una de las conclusiones que esto reducía entre un 30 a 40% el riesgo de morir por ataques cardíacos.

Pero se debe ser cuidadoso en sacar rápidas conclusiones ya que depende de diversos factores (edad, peso, padecer otras enfermedades, tipo de dieta, sedentarismo, estrés, tabaquismo).

Las bondades del vino tinto provienen de los polifenoles que ayudan a proteger el revestimiento de las arterias coronarias resultando el resveratrol el más poderoso de ellos y que proviene del hollejo o piel de la uva morada, semillas y pulpa. La acción antioxidante del resveratrol en algunas investigaciones supera al de la vitamina E.

Para que el vino pueda ejercer su acción cardioprotectora, resulta importante tanto la dosis como los hábitos de consumo y para ello hay que beber de manera moderada y habitual varios días de la semana (no esporádicamente o solo los fines de semana) y con la comida.

Conviene saber que un litro (1.000 ml) de vino de 12 grados (12% de alcohol) contiene 120 ml de alcohol etílico, y dado que la densidad del alcohol es aproximadamente de 0,8 g/l, el litro de vino contiene 96 gramos de alcohol puro (0,8 x 120).

La dosis que participa en disminuir el riesgo de enfermedad coronaria y cardiovascular es de 12-25 gr/día lo que equivale a 1 vaso para las mujeres y 2 vasos de vino para varones (siendo el vaso de 100 ml y el vino de 12°).

En este nivel, el vino tinto aumenta el colesterol HDL (o “bueno”), reduce la formación de coágulos sanguíneos (actuaría como una dosis baja de aspirina), ayuda a prevenir el daño arterial causado por el nivel alto del colesterol LDL (o “malo”) y puede mejorar la función de la capa de células que recubren los vasos sanguíneos.

Sin embargo, tanto la Asociación Americana del Corazón y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (EE.UU) señalan de manera taxativa que no se debe comenzar a beber alcohol solo para prevenir enfermedades cardíacas ya que el alcohol puede ser adictivo y provocar o empeorar otros problemas de salud.

¿Cuándo está contraindicado tomar alcohol por completo? En el embarazo, si existen antecedentes personales o familiares de alcoholismo, si se padece una enfermedad hepática, pancreática, insuficiencia cardíaca o un corazón debilitado o si se toman ciertos medicamentos como psicofármacos.
(Clarin.com)