Bodegas de Francia viven alarma climática al rojo

climafranceEl cambio climático obliga ya a la viticultura francesa a preparar seriamente el porvenir, tras este año 2016 traumatizante desde un punto de vista meteorológico. Este año «Borgoña ha quedado noqueada», afirma André Segala, director general de la interprofesional de los vinos borgoñones. «Algunos han vendimiado la vigésima parte de una cosecha normal, y hay bodegas medio vacías», por culpa de las heladas primaverales.

Destrozos del hielo la primavera pasada. También algunos vinos del Loira han conocido fenómenos climáticos inhabituales: las heladas, el granizo y el mildiú han acarreado la pérdida de una tercera parte del potencial de cosecha.

«En nuestra zona los viejos decían que nunca graniza de noche», suspira Pierre Clément, viticultor en Menetou-Salon, en pleno Loira. Su finca ha perdido «cerca del 100% de la cosecha», y explica: «Nuestras tormentas de granizo se han producido todas hacia la medianoche, después de una subida de las temperaturas nocturnas». Cerca de allí, las zonas de Pouilly-sur-Loire y de Quincy también quedaron afectadas.

En conjunto, la cosecha 2016 en Francia ha caído un 10% y es una de las más escasas de los 30 últimos años. Duro golpe para el segundo productor mundial en volumen y primero en valor.

Los efectos del cambio climático son diferentes según las regiones. Falta de agua y exacerbación de las sequías en el sur, multiplicación de las incidencias en los viñedos septentrionales.

«Toda esta década ha mostrado la fragilidad climática», resume Segala, constatando con tristeza que los famosos «climats» (pagos) de Borgoña han sido admitidos en el patrimonio mundial de la humanidad en 2015, cuando son los más duramente afectados por los elementos.

Según los expertos, la mayor amenaza del calentamiento es precisamente para las 360 denominaciones de origen controladas (AOC) que son la base de la fama mundial de los vinos franceses. En efecto, limitadas por unos reglamentos (castas, marcos de viñedo, vinificación, estilo de vino, alcohol) y una zona estricta de implantación, los viñedos con denominación tienen poco margen para adaptarse.

«Estamos hablando de supervivencia de algunas denominaciones», advertía la semana pasada un responsable del Instituto Nacional de las Denominaciones de Origen (INAO), Jacques Gautier, en una comparecencia ante el Parlamento en París.

Se han elaborado por parte del organismo público FranceAgriMer, del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (INRA) y del INAO cuatro guiones para asegurar la perennidad de las viñas en Francia.

En el primer guión todo sigue igual salvo el riego de las viñas que se pretende mejorar. Es viable hasta al menos 2050 «si el calentamiento global no supera los 2 grados», explica Jean-Marc Touzard, investigador del INRA. Pero se llega a un vino diferente, con más alcohol, del que no se sabe si gustará a los consumidores.

«Si se va hacia 4 o 5 grados más de temperatura, la viticultura entra en otro mundo», añade el experto: tendrán que plantarse castas más resistentes cada 15 o 20 años, en vez de cada 50 como sucede actualmente.

El segundo guión, «innovador», apuesta justamente por nuevas variedades y por prácticas enológicas correctoras para desalcoholizar y así mantener el perfil gustativo de los vinos. Se trata, pues, de inversiones muy fuertes.

El tercer guión, «nómada», apuesta por una libertad de plantación (mayor altitud, o más al norte) y a la vez promete al consumidor mantener el gusto y el alcohol sin variaciones. Es el guión que más incomoda a las AOC por el lazo estrecho que mantienen con su terruño, tan celosamente defendido.

La cuarta hipótesis, «liberal», prevé la apertura de las prácticas enológicas y la liberalización de las plantaciones. El vino sería entonces de marca, no de origen, y perdería la unidad de tiempo y lugar que distingue a los vinos franceses.

La casa Taittinger, de Champagne, ya compró a finales de 2015 tierras en Kent, en el sur de Inglaterra, para producir allí dentro de siete u ocho años un espumoso de alta gama. Y 21 castas nuevas adaptadas a temperaturas más cálidas, o más resistentes a las enfermedades del viñedo, entre ellas el famoso asírtico cultivado sobre el volcán aplastado por el sol de Santorini, en Grecia, o el verdejo español, deberían recibir pronto la luz verde oficial para poder ser cultivadas en Francia, aunque fuera de zonas con denominación de origen.

También han sido seleccionadas viejas castas francesas, recientemente redesciubiertas, como el chouchillon (Loira) o la onchette (Ródano Norte).
(afp/elmundovino)