Viña Koyle y la conversión de los Undurraga a la biodinámica

Desde 1885 que la familia Undurraga hace vinos en Chile, siendo parte importante de la tradición vitivinícola nacional, pasando ese legado de generación en generación y siempre permaneciendo en el ámbito familiar. Más allá de la relevancia comercial que en su momento alcanzó la marca familiar en el escenario nacional e internacional, en 2006 deciden vender Viña Undurraga con marca y todo, algo que podría significar la desvinculación del rubro pero que, al contrario, significó ahondarse aún más en la vitivinicultura, y fue así como se inició la “conversión” de los Undurraga, una de las familias vitivinícolas más “viñateras” de Chile, a la biodinámica.

En 2006, la familia decide vender Viña Undurraga  a la familia Piccoto, de Colombia, y al empresario chileno José Yuraszeck. Sin la marca los Undurraga no declinaron en su tradición vitivinícola, al contrario, fueron más allá, fundando Viña Koyle en 2008 que poco a poco se fue inclinando hacia la producción orgánica y después al biodinamismo.

Es notable que una familia tan tradicional adhiriera a la producción orgánica y luego después a lo biodinámico. Y claro, porque a pesar que lo biodinámico viene de hace mucho tiempo es también lo que se viene a futuro, y es lo notable también de la “conversión” de la familia Undurraga: viñateros de hace centenas de años que hayan “abrazado” los principios y valores de lo orgánico y biodinámico para dar continuidad a esa tradición familiar vitivinícola.

Desde la venta de Viña Undurraga, la familia proyecta su futuro en el mundo del vino. Adquieren nuevos campos al pie de la Cordillera de Los Andes en Colchagua, y se vuelcan a la creación de Viña Koyle, en su inicio una viña más, pero a poco andar se iniciaría el “upgrade” de esta tradicional familia vitivinícola hacia lo más “top”, esto en nuestro concepto, que es lo orgánico y lo biodinámico, algo que no es fácil ni atractivamente comercial en un inicio, pero que involucra principios y valores hacia algo mejor, por eso decimos “upgrade”, porque es una “apuesta” arriesgada y de querer alcanzar algo superior, algo más complejo y al mismo tiempo más natural, más fidedigno, algo más puro y real en lo que se refiere a vinos: la expresión del terruño en toda su dimensión.

Pero esa fue la “apuesta” y los Undurraga dieron un paso más allá, entrando por entero en que Viña Koyle fuera orgánica y biodinámica, algo que hoy es una realidad y con todas las certificaciones internacionales, que además ha significado -que es lo que conlleva abrazar lo biodinámico”-, ver, enfocar y vivir de otra manera, con total integración al territorio donde estás, vives y trabajas. Y lo mejor de este proceso de los Undurraga es que han logrado producir vinos orgánicos y biodinámicos de excelencia, de una elegancia muy especial, una ligereza sutil pero potente y con identidad a la vez.

Es así como recientemente el enólogo Cristóbal “Toti” Undurraga convocó a una degustación vertical de los vinos de Koyle desde sus inicios hasta las cosechas más recientes que son totalmente orgánicas y biodinámicas, los vinos Koyle Cuvée Los Lingues, y la diferencia se nota….y para mejor.

Los vinos orgánicos y biodinámicos de Koyle se presentan y  llegan al paladar de otra manera, más condescendientes, amables, llanos, más puros dirían los puristas….pero es así, se involucran con el paladar, te entregan una sensación de fruta más pura, claro, puede ser porque no tienen aditivos químicos artificiales, incorporados, son vinos que son la total expresión de la uva, del terruño, del trabajo que incluye también a los animales que realizan una labor fundamental en el control de plagas y de fertilización, estos vinos son el resultado de un trabajo colectivo que involucra muchos elementos y actores, tal cual lo promulga la antroposofía, la base filosófica del biodinamismo.

Toti Undurraga nos cuenta que en un principio no fue fácil convencer a la familia de optar por lo orgánico y lo biodinámico, pues comercialmente, sobre todo en un inicio, es más oneroso que lo convencional, pero no tardó mucho en que sus familiares comprendieran los beneficios de esta opción, y yo agregaría lo “moderno” que eso significa. Y sí, porque seguir viviendo desvinculado de nuestro entorno, seguir produciendo y consumiendo alimentos como si fueran zapatillas, sin conocer sus componentes, cómo se producen, de dónde vienen, que químicos le adicionan, etc., etc., es algo que está obsoleto, es un sistema de vida y producción que está condenado al fracaso, y no por aspectos ideológicos, si no por cuestiones de sustentabilidad del planeta, por ende, de nosotros mismos.

Por eso celebramos esta “conversión” a lo orgánico y biodinámico de una familia con tanta tradición y experiencia en la vitivinicultura chilena, y lo más importante para los amantes del vino, es que estén produciendo vinos de gran calidad a precios asequibles.

En una entrevista Toti expresó algunos pensamientos de importancia que fundamenta lo que buscan en Viña Koyle: el vino es un reflejo directo del terruño donde crecen los viñedos. Será único. Es lo que busca la biodinámica, huir a la estandarización. En 2008, en Chile, sólo había dos vinícolas biodinámicas. Hoy, somos diez. En Argentina, había una en 2008. Hoy, son ocho. En Borgoña, hogar de los vinos más caros del mundo, más del 50% de los productores de uva practican la agricultura biodinámica. En diferentes escalas, es un movimiento que viene aumentando. La idea es dejar que la tierra se exprese, y que el agricultor aprenda con el lugar. En un futuro próximo, los grandes vinos del mundo serán todos biodinámicos u orgánicos. Esta es la tendencia. De lo contrario, habrá vino en gran cantidad, pero vinos estandarizados, muy parecidos entre sí.

Aquí, al hablar de la experiencia de Viña Koyle, se manifiesta algo que nos gustaría se multiplicara en nuestro Chile querido, que familias con gran tradición se modernicen en el real sentido de lo que eso significa, involucrarse con su entorno, forjar proyectos empresariales que dignifiquen los territorios, las gentes, que tengan real conciencia de que somos un todo, de que vivimos en un mismo espacio, que los alimentos tienen que ser lo más puros posibles, y el vino es un alimento, que donde vivimos y producimos lo que comemos y bebemos debe ser lo más natural posible, en fin, que vivamos de manera más sincera y de acuerdo a principios y valores que nos dignifiquen.

(Alejandro Tumayan – todovinos.cl)